23rd Sunday in Ordinary Time | XXIII Domingo ordinario
Today's Gospel is the telling of Jesus' healing of the deaf man, with the word, "Ephphatha!" - 'be opened.'
The value of reading the Gospels in both the context in which the event occurred, and in our own circumstances is to learn what Jesus was doing, and then asking, "how can I as a disciple do the same thing?" Or, "how can I experience being opened" either to God or to others?
Another important thing to notice about this miracle, and indeed all (I think!) of Jesus' healing miracles, is touch: Jesus always touches the ill or diseased person first, and through touch, heals the person. The most important aspect of the healing of the diseased person, is that they are returned to the community.
We can do this; I can do this. I can be open to others. I can welcome the outcast or marginalized into my community. I can be open to new ideas and new experiences. Most importantly, I can, and for life, be open to God in the many ways that God comes to me.
What in me needs healing? What can I do to heal any hurt with another? Is there a way I can facilitate healing between others?
As disciples of Christ, we are called to continue what Jesus began, and to participate in the coming of the Kingdom, here and now. Pray for openness to all that we can do to make the love of God, the reign of love and good, present in the world today.
El evangelio de hoy es el relato de la curación del sordo por parte de Jesús, con la palabra "¡Ephphatha!" - 'ser abierto'.
El valor de leer los Evangelios tanto en el contexto en el que ocurrió el evento como en nuestras propias circunstancias es aprender lo que estaba haciendo Jesús y luego preguntar: "¿Cómo puedo yo, como discípulo, hacer lo mismo?" O, "¿cómo puedo experimentar ser abierto" a Dios oa otros?
Otra cosa importante a tener en cuenta acerca de este milagro, y de hecho todos (¡creo!) De los milagros de curación de Jesús, es el tacto: Jesús siempre toca primero a la persona enferma o enferma y, a través del tacto, sana a la persona. El aspecto más importante de la curación de la persona enferma es que se devuelve a la comunidad.
Podemos hacer esto; Puedo hacer esto. Puedo estar abierto a los demás. Puedo acoger a los marginados o marginados en mi comunidad. Puedo estar abierto a nuevas ideas y nuevas experiencias. Lo más importante es que puedo, y de por vida, estar abierto a Dios en las muchas formas en que Dios viene a mí.
¿Qué hay en mí que necesita curarse? ¿Qué puedo hacer para curar un dolor con otro? ¿Hay alguna forma en que pueda facilitar la curación entre otros?
Como discípulos de Cristo, estamos llamados a continuar lo que Jesús comenzó y a participar en la venida del Reino, aquí y ahora. Ore por la apertura a todo lo que podamos hacer para que el amor de Dios, el reino del amor y el bien, esté presente en el mundo de hoy.
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