Today, with the Feast of the Baptism, the Christmas Season comes to an end. At the same time, the Feast of the Baptism marks the beginning of Jesus' public life, his years spent proclaiming a new covenant - the last between God and God's people.
The new covenant offers the way God intends to be in communion, relationship, with all of creation, finally, once and for all. It is a covenant of love, revealed in God coming in a created being, God-made-flesh, in the person of Jesus. God becoming one of us gives the human person a dignity beyond expression, and that dignity is applied to every human person. It is from this that Jesus acted, and as disciples, we are to act the same.
The Feast is also meant as an opportunity for each of us to reflect on what our own baptism means in our personal, private, public, communal, civic, and religious life. One is not exclusive of the other. Our confession forms our values and directs our actions. Our confession should be evident, not by what we say, but by what we do.
A question for reflection: Do my actions make it evident that I follow Jesus and participate in his mission? When I encounter biases, how do I challenge them?
Ayer, con la Fiesta del Bautismo, finalizó la temporada navideña. Al mismo tiempo, la Fiesta del Bautismo marca el comienzo de la vida pública de Jesús, los años que pasó proclamando un nuevo pacto, el último entre Dios y el pueblo de Dios.
El nuevo pacto ofrece la forma en que Dios quiere estar en comunión, relación, con toda la creación, finalmente, de una vez por todas. Es un pacto de amor, revelado en Dios viniendo en un ser creado, Dios hecho carne, en la persona de Jesús. Dios haciéndose uno de nosotros le da a la persona humana una dignidad más allá de toda expresión, y esa dignidad se aplica a toda persona humana. Es a partir de esto que Jesús actuó, y como discípulos, debemos actuar de la misma manera.
La Fiesta también es una oportunidad para que cada uno de nosotros reflexione sobre lo que significa nuestro propio bautismo en nuestra vida personal, privada, pública, comunitaria, cívica y religiosa. Uno no es exclusivo del otro. Nuestra confesión forma nuestros valores y dirige nuestras acciones. Nuestra confesión debe ser evidente, no por lo que decimos, sino por lo que hacemos.
Una pregunta para la reflexión: ¿Mis acciones evidencian que sigo a Jesús y participo de su misión? Cuando me encuentro con prejuicios, ¿cómo los desafío?
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