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Feast of the Guardian Angels


Perhaps no aspect of Catholic piety is as comforting to parents as the belief that an angel protects their little ones from dangers real and imagined. Yet guardian angels are not only for children. Their role is to represent individuals before God, to watch over them always, to aid their prayer, and to present their souls to God at death.


The concept of an angel assigned to guide and nurture each human being is a development of Catholic doctrine and piety based on Scripture but not directly drawn from it. Jesus’ words in Matthew 18:10 best support the belief: “See that you do not despise one of these little ones, for I say to you that their angels in heaven always look upon the face of my heavenly Father.”


Devotion to the angels began to develop with the birth of the monastic tradition. Saint Benedict gave it impetus and Saint Bernard of Clairvaux, the great 12th-century reformer, was such an eloquent spokesman for the guardian angels that angelic devotion assumed its current form in his day.


A feast in honor of the guardian angels was first observed in the 16th century. In 1615, Pope Paul V added it to the Roman calendar.


For reflection: Devotion to the angels is, at base, an expression of faith in God’s enduring love and providential care extended to each person, day in and day out .


Quizás ningún aspecto de la piedad católica es tan reconfortante para los padres como la creencia de que un ángel protege a sus pequeños de peligros reales e imaginarios. Sin embargo, los ángeles de la guarda no son solo para niños. Su papel es representar a los individuos ante Dios, velar por ellos siempre, ayudar en su oración y presentar sus almas a Dios al morir.


El concepto de un ángel asignado para guiar y nutrir a cada ser humano es un desarrollo de la doctrina católica y la piedad basada en las Escrituras, pero no directamente extraídas de ellas. Las palabras de Jesús en Mateo 18:10 apoyan mejor la creencia: “Mira que no desprecies a uno de estos pequeños, porque te digo que sus ángeles en el cielo siempre miran el rostro de mi Padre celestial”.


La devoción a los ángeles comenzó a desarrollarse con el nacimiento de la tradición monástica. San Benito le dio impulso y san Bernardo de Claraval, el gran reformador del siglo XII, fue un portavoz tan elocuente de los ángeles guardianes que la devoción angelical asumió su forma actual en su época.


Una fiesta en honor a los ángeles guardianes se celebró por primera vez en el siglo XVI. En 1615, el Papa Pablo V lo agregó al calendario romano.


Para reflexionar: la devoción a los ángeles es, en esencia, una expresión de fe en el amor perdurable de Dios y el cuidado providencial que se extiende a cada persona, día tras día.

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