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Feast of Saints Peter and Paul | Fiesta de los Santos Pedro y Pablo

from the homily of Pope Francis on this day, 2020

de la homilía del Papa Francisco en este día, 2020


"We celebrate together two very different individuals: Peter, a fisherman who spent his days amid boats and nets, and Paul, a learned Pharisee who taught in synagogues. When they went forth on mission, Peter spoke to Jews, and Paul to pagans. And when their paths crossed, they could argue heatedly, as Paul is unashamed to admit in one of his letters (cf. Gal 2:11). In short, they were two very different people, yet they saw one another as brothers, as happens in close-knit families where there may be frequent arguments but unfailing love. Yet the closeness that joined Peter and Paul did not come from natural inclinations, but from the Lord. He did not command us to like one another, but to love one another. He is the one who unites us, without making us all alike. He unites us in our differences.


"Today’s first reading brings us to the source of this unity. It relates how the newly born Church was experiencing a moment of crisis: Herod was furious, a violent persecution had broken out, and the Apostle James had been killed. And now Peter had been arrested. The community seemed headless, everyone fearing for his life. Yet at that tragic moment no one ran away, no one thought about saving his own skin, no one abandoned the others, but all joined in prayer. From prayer they drew strength, from prayer came a unity more powerful than any threat.


"Let us notice something else: at that dramatic moment, no one complained about Herod’s evil and his persecution … It is pointless, even tedious, for Christians to waste their time complaining about the world, about society, about everything that is not right. Complaints change nothing. Let us remember that complaining is the second door that closes us off from the Holy Spirit … The first is narcissism, the second discouragement, the third pessimism. Narcissism makes you look at yourself constantly in a mirror; discouragement leads to complaining and pessimism to thinking everything is dark and bleak. These three attitudes close the door to the Holy Spirit. Those Christians did not cast blame; rather, they prayed. In that community, no one said: “If Peter had been more careful, we would not be in this situation”. No one. Humanly speaking, there were reasons to criticize Peter, but no one criticized him. They did not complain about Peter; they prayed for him. They did not talk about Peter behind his back; they talked to God. We today can ask: “Are we protecting our unity, our unity in the Church, with prayer? Are we praying for one another?” What would happen if we prayed more and complained less?"

 

"Celebramos juntos dos figuras muy diferentes: Pedro era un pescador que pasaba sus días entre remos y redes, Pablo un fariseo culto que enseñaba en las sinagogas. Cuando emprendieron la misión, Pedro se dirigió a los judíos, Pablo a los paganos. Y cuando sus caminos se cruzaron, discutieron animadamente y Pablo no se avergonzó de relatarlo en una carta (cf. Ga 2,11ss.). Eran, en fin, dos personas muy diferentes entre sí, pero se sentían hermanos, como en una familia unida, donde a menudo se discute, aunque realmente se aman. Pero la familiaridad que los unía no provenía de inclinaciones naturales, sino del Señor. Él no nos ordenó que nos lleváramos bien, sino que nos amáramos. Es Él quien nos une, sin uniformarnos. Nos une en las diferencias.


"La primera lectura de hoy nos lleva a la fuente de esta unidad. Nos dice que la Iglesia, recién nacida, estaba pasando por una fase crítica: Herodes arreciaba su cólera, la persecución era violenta, el apóstol Santiago había sido asesinado. Y entonces también Pedro fue arrestado. La comunidad parecía decapitada, todos temían por su propia vida. Sin embargo, en este trágico momento nadie escapó, nadie pensaba en salir sano y salvo, ninguno abandonó a los demás, sino que todos rezaban juntos. De la oración obtuvieron valentía, de la oración vino una unidad más fuerte que cualquier amenaza. El texto dice que «mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él» (Hch 12,5). La unidad es un principio que se activa con la oración, porque la oración permite que el Espíritu Santo intervenga, que abra a la esperanza, que acorte distancias y nos mantenga unidos en las dificultades.


"Constatamos algo más: en esas situaciones dramáticas, nadie se quejaba del mal, de las persecuciones, de Herodes. Nadie insulta a Herodes ― mientras nosotros estamos tan acostumbrados a insultar a los responsables. Es inútil e incluso molesto que los cristianos pierdan el tiempo quejándose del mundo, de la sociedad, de lo que está mal. Las quejas no cambian nada. Recordemos que las quejas son la segunda puerta cerrada al Espíritu Santo, como les dije el día de Pentecostés: La primera es el narcisismo, la segunda el desánimo, la tercera el pesimismo. El narcisismo te lleva al espejo, a contemplarte continuamente; el desánimo, a las quejas; el pesimismo, a la obscuridad. Estas tres actitudes le cierran la puerta al Espíritu Santo. Esos cristianos no culpaban a los demás, sino que oraban. En esa comunidad nadie decía: “Si Pedro hubiera sido más prudente, no estaríamos en esta situación”. Ninguno. Pedro, humanamente, tenía motivos para ser criticado, pero nadie lo criticaba. No hablaban mal de él, sino que rezaban por él. No hablaban a sus espaldas, sino que hablaban a Dios. Hoy podemos preguntarnos: “¿Cuidamos nuestra unidad con la oración, nuestra unidad de la Iglesia? ¿Rezamos unos por otros?”. ¿Qué pasaría si rezáramos más y murmuráramos menos?"

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