Chapter 10 - The Holy Spirit is the Living Sign of God's Hope.
Francis concludes this chapter with these words:
"Without the Holy Spirit one cannot have hope. When the Holy Spirit abides in our hearts, it is the Holy Spirit who makes us understand that we must not fear, that the Lord is near, and takes care of us; and it is the Holy Spirit who forms our communities, in perennial Pentecost, as a living sign of hope for the whole human family."
In this chapter, Francis emphasizes the community from which hope emanates in the most effective way. It is in the community where we are with our brothers and sisters, and can more readily see those who are discouraged by the burdens of life and can no longer "pick him or herself up." In these cases, "the closeness and warmth of the entire Church must be even more intense and loving, and must take on the exquisite form of compassion."
A word, a caress, given from the heart ... this is compassion.
Francis goes on to say that for hope to be nourished it needs a body. If we hope, it is because of the brothers and sisters who taught us to hope and have kept our hope alive.
"The vital breath, the soul of this hope, is the Holy Spirit."
Capítulo 10 - El Espíritu Santo es el signo viviente de la esperanza de Dios.
Francisco concluye este capítulo con estas palabras:
"Sin el Espíritu Santo no se puede tener esperanza. Cuando el Espíritu Santo habita en nuestros corazones, es el Espíritu Santo quien nos hace comprender que no debemos temer, que el Señor está cerca y nos cuida; y es el Espíritu Santo que forma nuestras comunidades, en Pentecostés perenne, como signo vivo de esperanza para toda la familia humana ".
En este capítulo, Francisco enfatiza la comunidad de la que la esperanza emana de la manera más efectiva. Es en la comunidad donde estamos con nuestros hermanos y hermanas, y podemos ver más fácilmente a aquellos que están desanimados por las cargas de la vida y ya no pueden "levantarse". En estos casos, "la cercanía y el calor de toda la Iglesia debe ser aún más intensa y amorosa, y debe asumir la forma exquisita de la compasión".
Una palabra, una caricia, de corazón ... eso es compasión.
Francisco continúa diciendo que para que la esperanza se alimente necesita un cuerpo. Si tenemos esperanza, es por los hermanos y hermanas que nos enseñaron a tener esperanza y han mantenido viva nuestra esperanza.
"El soplo vital, el alma de esta esperanza, es el Espíritu Santo".
Comments